Author:Carlos RebateSynopsis:Topics coveredTras publicar mi cuarto libro, me di cuenta de que mis fans analógicos, los de carne y hueso, estaban agotados de tantas presentaciones. Esta desagradable revelación me hizo reflexionar. Tenía que pensar en algo distinto y comencé a interesarme por el “fenómeno fan”, sobre todo por el fenómeno fan en el mundo digital.Me producía una curiosidad terrible que hubiera personas que, sin ser celebridades, ejercieran tanta influencia en el mundo digital, o al menos la influencia suficiente como para mantener su modelo de negocio y su estilo de vida.Mi primera toma de contacto con este tema fue a través del popular artículo “1000 fans verdaderos”, de Kevin Kelly, cofundador de la prestigiosa revista Wired, publicado en su blog en marzo de 2008. La tesis que defiende Kevin es que un creador (ya sea músico, escritor, pintor, fotógrafo, actor, diseñador, etc.) necesita solo mil fans verdaderos para ganarse la vida. No necesita alcanzar un gran éxito para vivir. No necesita un bestseller ni un disco de platino. Solo contar con esos mil fans verdaderos.Según su visión, un “fan verdadero” es alguien que comprará todas y cada una de las cosas que hagamos, que recorrerá 200 kilómetros para vernos cantar o para acudir a la presentación de uno de nuestros libros, que querrá todas nuestras obras dedicadas, que tendrá una alerta sobre nosotros en Google Alerts, que leerá, compartirá y comentará todos los artículos de nuestro blog, que desayunará en una taza con nuestro nombre y que esperará ansioso nuestra próxima creación. Económicamente, su modelo se sostiene considerando como hipótesis que cada fan verdadero se gastará un promedio de cien dólares al año en apoyarnos. De ese modo, contar con mil fans verdaderos supondría unos ingresos de cien mil dólares al año, que deberían darnos, aun descontando gastos, para vivir con holgura.El reto es convertir mil “fans menores” (de los “no verdaderos”) en mil fans verdaderos, para lo que es imprescindible mantener un contacto directo con nuestros fans. Dedicarnos en cuerpo y alma a ellos. Convertirnos en una microcelebridad al servicio de mil personas.Lo atractivo de su teoría es que resulta antiintuitiva en un mercado global en el que lo que parecería lógico sería invertir nuestro tiempo en aumentar la audiencia sin descanso. A su vez, resulta liberadora para el creador ya que, como alternativa, le ofrece un objetivo más sensato que conseguir. Mil es una cifra que no resulta excesiva, y no suena descabellado incorporar un fan al día durante tres años hasta conseguirlo.Inspirado por este artículo, me propuse preguntar a todas aquellas personas interesantes que pudieran ayudarme a entender el impacto de la influencia digital en diferentes modelos de negocio.Este libro es la respuesta a mis inquietudes. El resultado de mi proceso de aprendizaje a través de 21 personas (en este resumen mostramos una selección).