Author:Patrick LencioniSynopsis:Sería imposible medir con exactitud la cantidad de desmoralización que hay en la fuerza laboral, pero mi experiencia me dice que hay más gente que se siente desmoralizada por su trabajo que realizada en él. Y el coste, tanto en su aspecto económico como en el humano, es asombroso.Desde el punto de vista económico, la productividad sufre enormemente cuando los empleados no se sienten realizados. Los efectos en los resultados finales de una empresa o en la economía de una nación son innegables. Pero es el coste social de la desmoralización en el trabajo lo que parece especialmente abrumador, porque provoca una amplia reacción en cadena.Cuando un empleado desmoralizado vuelve a casa al final de la jornada, se siente frustrado, desengañado y abatido, y contagia esa frustración, desengaño y abatimiento a los demás: cónyuge, hijos, amigos o desconocidos que encuentra en el autobús. Incluso las personas más conscientes y más maduras emocionalmente no pueden evitar que su desmoralización impregne el resto de su vida.¿Cuál es el resultado de esto? En algunos casos, es un estrés y una tensión extra en la familia y la incapacidad para valorar las cosas buenas de la vida. Por amorfa que pueda parecer, con el tiempo afecta a la salud emocional y psicológica de las personas de forma profunda y posiblemente irreversible. En algunas situaciones, la desmoralización en el trabajo lleva a problemas más inmediatos y tangibles, como el abuso del alcohol y las drogas o la violencia.Es difícil calcular con precisión la magnitud de los problemas causados por unos trabajos desmoralizadores. Y aunque ningún trabajo será nunca perfecto y ninguna sociedad estará libre de problemas económicos y sociales relacionados con el trabajo, si hubiera un medio coherente de reducir la desmoralización en el trabajo, sin coste, ¿no valdría la pena utilizarlo? Yo también lo creo. El primer paso es comprender cuál es la raíz de un trabajo desmoralizador.Topics covered